jueves, 17 de febrero de 2011

I wanna be loved by you

Con el aire fresco del amanecer, hoy se ha levantado tu sonrisa, Marilyn. (No te esfuerces, Scarlett, Marilyn no hay más que una, y, por mucho que te arregles y te peines como ella, no dejarás de ser sólo una imitación; aunque tampoco está nada mal como eres). Ay, esa falda. Anoche tuve la oportunidad de volver a ver a Marilyn Monroe, en "La tentación vive arriba", una película que, por algún misterioso motivo, se me había escapado hasta ahora. Curiosamente, en la escena donde se le levanta la falda para refrescarse los... tobillos, aparece siempre de medio cuerpo, bien de cintura para abajo, bien el busto y sus palomares, y no como en las fotografías que todos conocemos. Unas fotos que, por cierto, le costaron el divorcio de su marido de entonces, el jugador de béisbol Joe DiMaggio. Nadie como ella para encarnar el papel de rubia tonta. O no tanto, que al parecer tenía un coeficiente de inteligencia superior al del mismísimo Einstein; gloriosa siempre y fascinante en cualquier caso. Es verdad que hay sonrisas, flashes, que atontan, y la suya es una de ellas. Es aparecer en pantalla y quedarte literalmente turulato, bajo el péndulo de su mirada y de las palabras que, aun en toda su intrascendencia, no dejan de parecer mandatos divinos. Fantástica Marilyn y fantástico Billy Wilder en la dirección y en el guión suyo y de George Axelrod, que en algún momento me recordó al Mihura de "Tres sombreros de copa". I wanna be loved by you, Marilyn, aunque sólo sea en ese transbordo a los sueños que es el cine. Ya, ya sé que esta canción pertenece a otra cinta -con otra vez las faldas y el maestro Wilder de por medio-, pero es siempre tan dulce oírla de tus labios, Marilyn...