lunes, 22 de febrero de 2010

Noticias de febrero


“En febrero, busca la sombra el perro”, dice el refrán. “Pero a últimos, que no a primeros”, añadía siempre el abuelo. Pues este año, al paso que llevamos, me parece que vamos a tener que esperar a marzo y los albores de la primavera para buscar esa sombra que ahora parece perpetua en este cielo de cuaresma. No suele fallar “febrerillo el loco” en las previsiones, y a días de calor siempre han sucedido días de frío intenso. Sin embargo, este año la lluvia, el frío y la nieve, como casi todo el invierno, parecen empeñados en que permanezcamos encerrados entre cuatro paredes y una angustia.

Dicen que en algunas partes ya han florecido los almendros; pero como no sea en los ojos de Natalia Vodianova, no comprendo qué lugar mágico puede ser ése. Y no es que me disguste este rumor de la lluvia, estas sílabas que a veces conforman fantasmas del pasado o lugares distantes, pero ya empiezo a echar de menos los anillos del sol en la ventana.

Duerme el Rufo su blanca siesta y en el jardín, hace ya varios días, ha aparecido el primer gato –gris con manchas negras, como estos días- después de que en noviembre se muriera el Beckham. No sabemos de dónde viene, ni si se quedará, pero ya parece saber que en este sitio no le va a faltar la comida, aunque todavía huye como un poseso cuando nota alguna presencia humana. Aún no tiene nombre, así que alguno habrá que buscarle si por fin toma posesión de esta plaza.

La ausencia de nombre, el miedo a que se disuelva, es algo que parece unido al cielo gris de estos días, a la ausencia de una lengua de sol que te bautice al fin de alegría. En este cielo cegado, en unas palabras confundidas por quién sabe qué viento oscuro, siento que el nombre, al menos en unos labios, se me escapa sin remedio, que los momentos pasados a punto están de ser ceniza. El extravío de unos ojos donde siempre te encontrabas. Y mira que podrías encender silencios con ellos...

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