martes, 20 de julio de 2010

Lavando conciencias


Anda uno estos días sumido en el sopor de la enfermedad, pero hay cosas que pronto te despiertan de dolores, fatigas, modorras y demás letargos del verano. Vagando un poco por páginas de Internet, me encuentro con una pequeña tarascada entre uno del PP y otro que le reprocha que, en ocho años de gobierno popular en España, se practicaron 500.000 abortos y nadie de este partido movió un dedo por cambiar la ley. Le contesta el pepero que una cosa es que el aborto esté penado, excepto en tres supuestos, y otra que el aborto sea un derecho.

Evidentemente, no es lo mismo, pero para el caso viene a serlo, porque en ambos supuestos –peor, claro, con la nueva ley del aborto- la pérdida de vidas humanas sigue siendo elevadísima. Curiosa forma tienen algunos de lavar su conciencia, como si ésta pudiera depender de lo que diga una ley. Es decir, que si la ley pena el aborto pero no lo castiga en algunos supuestos, ya me puedo ir a dormir tranquilamente a casa porque en el fondo la ley lo castiga y aquí no ha pasado nada, ya no existen víctimas inocentes ni vidas truncadas en lo más tierno de su desarrollo. No comprendo cómo se puede uno “conformar” con los más de cien mil abortos al año que se producían con la ley anterior.

Se equivocan los del PP si piensan que derogando la nueva ley –algo que todavía está por ver- van a terminar las protestas. Que hay que acabar con esta ley demencial es algo fuera de toda duda; pero que nadie piense que es para volver al “régimen” anterior. Si algo ha tenido de positivo el nuevo engendro parlamentario, ha sido el despertar de una sociedad que hasta hace poco parecía dormida en un tema tan sangrante como el que nos ocupa. Si algo han tenido de positivo las Bibianas, Trinis, De las Vegas y demás pesadillas infantiles, ha sido el de servir de aldabonazo a una conciencia que parecía aletargada entre luces de neón y escaparates. Las protestas van a continuar mientras continúe el derramamiento de sangre inocente, mientras al ser más indefenso, bajo el amparo de leyes inicuas, se le siga negando el derecho a la vida. Al menos desde este sitio.

jueves, 8 de julio de 2010

La víctima más débil


Sacrificios olmecas. Aunque no existe evidencia irrefutable de sacrificio de infantes en esta cultura, se han encontrado esqueletos completos de recién nacidos, así como fémures desmembrados y calaveras, en un sitio olmeca en el estado de Veracruz llamado el Manatí. Estos huesos han sido asociados con ofrendas sacrificiales, particularmente unos bustos de madera.

Sacrificios mayas. La extracción del corazón aparece en algunas ocasiones en el arte maya. Los sacrificados parecen niños. La extracción de corazones de niños se ve en la cerámica pintada. Otro caso conocido es la Estela 11 de Piedras Negras en Guatemala, en la que se ve la cavidad pectoral de un niño sacrificado.

Sacrificios toltecas. En 2007 los arqueólogos anunciaron que habían analizado los restos de dos docenas de niños, de cinco a quince años, encontrados enterrados con figurillas de Tláloc. Los niños, encontrados cerca de las viejas ruinas de Tula, la capital tolteca, habían sido decapitados.

Sacrificios totonacas. Los totonacas en ocasiones sacrificaban niños para extraerles la sangre, la cual era mezclada con semillas para hacer una pasta que se comía entre los adultos.

Sacrificios aztecas. En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, se encontraron los restos de un niño de tres a cuatro años cuyos huesos presentaban una coloración naranja o amarilla traslúcida; texturas tersas o vítreas, y compactación del tejido esponjoso, además de estrellamiento del cráneo.

Sacrificios incas. “Capacocha” era la práctica inca de sacrificio humano, generalmente usando niños. Los sacrificios se hacían en o después de eventos importantes, como la muerte del Inca o durante una hambruna. Se escogía a los niños para ofrecérselos al Inca para esta ocasión. Se cree que los niños usados tenían que ser físicamente perfectos: lo mejor que se le podía ofrecer a los dioses. Los niños eran adornados con ropa fina y joyería, para ser escoltados al Cuzco a fin de reunirse con el emperador, donde se realizaría un banquete en honor de los niños. Entonces, el sumo sacerdote llevaba a las víctimas a la cumbre de la alta montaña, donde los sacrificaba por estrangulación o mediante golpes en la cabeza. Los misioneros escribieron copiosamente sobre el ritual, pero hasta muy recientemente no se había hallado evidencia arqueológica.

Sacrificios siglos XX-XXI. El sacrificio de niños, en especial de los no nacidos, continúa siendo una práctica bastante habitual en nuestros días, sobre todo en la parte del planeta conocida como Occidente. Los dioses antiguos, como Tláloc, Tezcatlipoca, Chalchitlicue o Quetzalcóalt, han sido sustituidos por otros llamados Placer, Egoísmo, Ideología, Fanatismo o Ignorancia. En algunas partes, incluso, se está empezando a sustituir las viejas leyes que condenaban el crimen por otras que lo consideran un derecho, con el fin de enraizar su uso en una sociedad cada vez más dada a estas prácticas antiguas. El método más utilizado para los sacrificios es el llamado “dilatación y curetaje”, en el que se utiliza una cureta o cuchillo provisto de una cucharilla filosa en la punta, con la cual se va cortando al bebé en pedazos con el fin de facilitar su extracción por el cuello de la matriz.