
Anda uno estos días sumido en el sopor de la enfermedad, pero hay cosas que pronto te despiertan de dolores, fatigas, modorras y demás letargos del verano. Vagando un poco por páginas de Internet, me encuentro con una pequeña tarascada entre uno del PP y otro que le reprocha que, en ocho años de gobierno popular en España, se practicaron 500.000 abortos y nadie de este partido movió un dedo por cambiar la ley. Le contesta el pepero que una cosa es que el aborto esté penado, excepto en tres supuestos, y otra que el aborto sea un derecho.
Evidentemente, no es lo mismo, pero para el caso viene a serlo, porque en ambos supuestos –peor, claro, con la nueva ley del aborto- la pérdida de vidas humanas sigue siendo elevadísima. Curiosa forma tienen algunos de lavar su conciencia, como si ésta pudiera depender de lo que diga una ley. Es decir, que si la ley pena el aborto pero no lo castiga en algunos supuestos, ya me puedo ir a dormir tranquilamente a casa porque en el fondo la ley lo castiga y aquí no ha pasado nada, ya no existen víctimas inocentes ni vidas truncadas en lo más tierno de su desarrollo. No comprendo cómo se puede uno “conformar” con los más de cien mil abortos al año que se producían con la ley anterior.
Se equivocan los del PP si piensan que derogando la nueva ley –algo que todavía está por ver- van a terminar las protestas. Que hay que acabar con esta ley demencial es algo fuera de toda duda; pero que nadie piense que es para volver al “régimen” anterior. Si algo ha tenido de positivo el nuevo engendro parlamentario, ha sido el despertar de una sociedad que hasta hace poco parecía dormida en un tema tan sangrante como el que nos ocupa. Si algo han tenido de positivo las Bibianas, Trinis, De las Vegas y demás pesadillas infantiles, ha sido el de servir de aldabonazo a una conciencia que parecía aletargada entre luces de neón y escaparates. Las protestas van a continuar mientras continúe el derramamiento de sangre inocente, mientras al ser más indefenso, bajo el amparo de leyes inicuas, se le siga negando el derecho a la vida. Al menos desde este sitio.
Evidentemente, no es lo mismo, pero para el caso viene a serlo, porque en ambos supuestos –peor, claro, con la nueva ley del aborto- la pérdida de vidas humanas sigue siendo elevadísima. Curiosa forma tienen algunos de lavar su conciencia, como si ésta pudiera depender de lo que diga una ley. Es decir, que si la ley pena el aborto pero no lo castiga en algunos supuestos, ya me puedo ir a dormir tranquilamente a casa porque en el fondo la ley lo castiga y aquí no ha pasado nada, ya no existen víctimas inocentes ni vidas truncadas en lo más tierno de su desarrollo. No comprendo cómo se puede uno “conformar” con los más de cien mil abortos al año que se producían con la ley anterior.
Se equivocan los del PP si piensan que derogando la nueva ley –algo que todavía está por ver- van a terminar las protestas. Que hay que acabar con esta ley demencial es algo fuera de toda duda; pero que nadie piense que es para volver al “régimen” anterior. Si algo ha tenido de positivo el nuevo engendro parlamentario, ha sido el despertar de una sociedad que hasta hace poco parecía dormida en un tema tan sangrante como el que nos ocupa. Si algo han tenido de positivo las Bibianas, Trinis, De las Vegas y demás pesadillas infantiles, ha sido el de servir de aldabonazo a una conciencia que parecía aletargada entre luces de neón y escaparates. Las protestas van a continuar mientras continúe el derramamiento de sangre inocente, mientras al ser más indefenso, bajo el amparo de leyes inicuas, se le siga negando el derecho a la vida. Al menos desde este sitio.