Se cumplen hoy 15 años del paso al Padre de la Madre Teresa de
Calcuta, la santa de los más pobres de entre los pobres. Tengo entre mis manos
un delicioso libro (1), donde se relatan un buen número de anécdotas, de
alguien que tuvo la suerte de compartir con ella muchos momentos de su vida. Sería
difícil quedarse con una sola. Todas ellas dan buena fe de la personalidad de
alguien que entregó su vida a los más desfavorecidos. Sin embargo, nada se
entendería en la Madre Teresa sin una faceta clave de su personalidad: su
pertenencia por completo a Jesús. En una de las pocas declaraciones sobre sí
misma, dijo lo siguiente: "Soy albanesa de nacimiento. Soy de nacionalidad
india. Soy monja católica. Por lo que hago, pertenezco al mundo entero, pero mi
corazón pertenece por completo a Jesús". Un Jesús que tomaba carne en los
más pobres de entre los pobres. Una mañana se encontraba acompañada por el
autor del libro y vieron sobre la acera a cientos o miles de personas que
habían pasado la noche en la calle y se encontraban allí acostadas en largas
filas. La Madre Teresa dijo:
-Mire, padre; ahí está Jesús esperando que lo amemos.
La más alta teología explicada con una sencilla frase. Y en otra
ocasión, cuando se dirigían a una aldea de leprosos, viendo que su acompañante
se encontraba nervioso, le dijo:
-Padre, lo que se va a encontrar es a Jesús con el repugnante disfraz
de más pobre de entre los pobres. Nuestra visita va a llevar alegría, porque la
pobreza más terrible es la soledad y el sentimiento de no ser amado. La peor
enfermedad de hoy en día no es la lepra ni la tuberculosis, sino el sentimiento
de no ser querido.
Otro día, hablando con un empresario indio que quería entregarle un
donativo, y tras ver la tarjeta de visita que le había dado para que viera
cuáles eran sus negocios, la Madre Teresa sintió también la necesidad de tener
una tarjeta propia que explicara cuáles eran los suyos. Nació así el siguiente
texto que resume una vida entregada a la oración y al servicio del prójimo:
El fruto del silencio es la oración.El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz.
Y en la parte de atrás añadió:
María, Madre de
Jesús, sé ahora una Madre para mí.
Éstos eran los "negocios" a los que dedicó su vida la Madre
Teresa. Unos negocios en los que todos deberíamos estar interesados en invertir
una buena parte de nuestro capital.