Lo primero que pensé fue que eran las hojas del pruno, que alfombraban el suelo tras los últimos vientos. Luego, me di cuenta de que era nieve lo que había caído, aunque tampoco estaba mal para el primer día de primavera: se han caído las flores del sueño y algo más tangible está a punto de aparecer en la tierra que despierta, regalo para el espíritu, maná para el alma hambrienta tras el invierno. Nunca deja de sorprender la primavera. Crees que han vencido las sombras, que se antojan definitivas las ramas desnudas, y, de pronto, ahí la tienes a la puerta, como una boda que pasase por tu calle o un ángel que preguntase por el cielo perdido. Lo primero que piensas es qué vas a ponerte para esta fiesta inesperada, porque descubres que tú también estás invitado; si tienes tu sonrisa limpia y el alma adecentada, y si aún es posible el viejo anhelo. Luego, quizá pienses que es imposible que algo brote en tu piel regada de cicatrices. Pero, aun así, qué bello es el horizonte para tu tristeza, qué hermosos los ramos para tu silencio, qué blanco el vestido de la dama, cuando parece que vuelve.
viernes, 23 de marzo de 2012
miércoles, 21 de marzo de 2012
Quédate con el cambio
EN LA PANADERÍA
Quería medio kilo de luz de tus ojos. No la de los lunes, sino esa del universo que traes a veces, ya sabes.
Cuarto de sonrisa. No me llevo más porque de esto voy cargado todos los días.
También, cinco segundos de roce de tus manos, si puede ser. Es tan poco lo de cada día al darme el cambio que no sé si tendrás existencias.
Por último, echa un poco más en la bolsa de las palabras, además del "hola" y el "hasta luego" de siempre. No, no importa que sean sobre el tiempo o sobre si hay sitio para aparcar, me conformo con poco.
Te pediría también ese beso de chocolate de la vitrina, y quizá aquel roscón de abrazo, pero el médico me ha diagnosticado una dolencia del corazón, no recuerdo cómo la ha llamado, y me ha dicho que tenga cuidado con esta clase de alimentos. Puede que incluso lo que me llevo hoy sea mortal para mí. Pero no importa.
Como no tengo suelto, te doy todos los segundos de hoy, de mañana y del resto de mi vida. Quédate con el cambio.
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