El Odioso Señor es un personaje de "Tres sombreros de copa", la magistral comedia de Miguel Mihura, que intenta ganarse los favores de Paula, la chica protagonista. El señor de la Moncloa puede resultar odioso por numerosos motivos, sobre todo por llevar al país a los cinco millones de parados o por volver a abrir las heridas de nuestra Guerra Civil. Pero cuando resulta en especial odioso es cuando intenta mostrarse poético o gracioso. Si hace tiempo soltó eso de "la tierra solo pertenece al viento", ahora le ha tocado el turno a Ramón Gómez de la Serna con "El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando el cielo" (creo que no la citó entera), una greguería que evoca, desde un dolce far niente, la serena contemplación de las figuras celestes para engañar el curso de las horas, oficio destinado en principio a pastores o poetas, además de a todo aquel con un mínimo de sensibilidad en sus venas. No comparto eso que se ha dicho de que no ha hecho otra cosa desde que llegó a la Moncloa. No. Por desgracia no ha dejado de hacer cosas, y ninguna buena, en estos más de siete años en los que, un día sí y otro también, no ha parado de socavar los cimientos de nuestra convivencia y nuestras instituciones. Magnífico el chiste de Mingote el lunes, con todos los bolos de nuestro país -Educación, Trabajo, Justicia, Economía...- por el suelo, y con el único que queda en pie, la Meteorología, a punto de ser derribado con un trabuco por el de las cejas.
Yo, por si acaso se le ocurre poner sus manos sobre las nubes, ya me he buscado una ocupación para cuando quiera alejarme del alocado tráfago de los días: supervisor de gatos. Sí, como lo oyen. La familia de gatos mediopensionistas que habita en el jardín, frente a mi ventana, ha tenido un retoño que hace las delicias de mis pupilas y me distrae de alguna tarea en apariencia más provechosa. Pocas cosas hay más graciosas que los animales cuando son pequeños; te puedes pasar los minutos observándolos sin que el segundero te avise de que estás vivo. Y este gatito ha perdido ya su timidez inicial y trepa por los árboles y juega con su madre y sus hermanos, tíos, primos o vete tú a saber el parentesco que les une, ajeno por completo a los ojos embobados que le miran. Lo dicho: supervisor de nubes. Por si al de la Moncloa le da por clavar sus cejas en los caprichos del viento.
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