
Se parece a ti. Diría que eres tú. Es más: yo sé que eres tú, al menos para el reloj del alma. Y tan de blanco como en aquel otoño, con ese triunfo blanco en tu mirada. Cualquiera que no te conociese diría que eres una aparición, un ángel del más remoto cielo; pero yo sé que eres tú, con la certeza de la nieve y la plegaria del anhelo, con ese pájaro oculto en tu mirada. ¿Por qué todas se te parecen en estos días? ¿Por qué siempre vuelves en un cielo de nácar? Mil palabras aguardan que las redimas, que les digas que son tuyas para elevarte. No podía imaginar que siguieses ahí, que en el tiempo de la luz me esperases. Sé que eres tú porque el ángel vuelve, porque el alma te persigue, como entonces, con sus palomas encendidas.
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