
Pero, hete aquí, y menos mal que avisó a tiempo, que no se presentaba solo en casa, que venía acompañado de otra persona. Todo preparado para recibirle a él y resulta que viene con alguien más. Y menuda compañía. Mucho más importante que el alcalde y el resto de autoridades locales o provinciales, como anuncian en los programas de las fiestas. Mucho más importante que el presidente autonómico y su corte de consejeros. Más importante incluso que el obispo. Y que un ministro o el Presidente del Gobierno. Y que el Rey. Y que el Papa. Nada menos que el mismísimo Jesús de Nazaret se presentaba en casa y yo sin enterarme. Sí, el mismo que comía con publicanos y pecadores. El mismo que anunció a Zaqueo que se hospedaba en su casa, para llevarle la salvación. El mismo a quien dijo el centurión que no era digno de que entrase en su casa. Yo tampoco lo soy, Señor. Pero una sola palabra tuya limpiará mi alma.
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