jueves, 18 de junio de 2009

Día del Español

Si Cervantes levantara la cabeza, estaría orgulloso de la fuerza y pujanza de su idioma. Ni Carod-Rovira ni demás aldeanos que por estas tierras circundan son capaces de poner en peligro la salud de un idioma que sirvió para unir las dos orillas del Atlántico. El español es la cuarta lengua más hablada del mundo (450 millones de personas), el segundo idioma de comunicación internacional y el tercero más utilizado en la red, manejado, en concreto, por el 8,2% de los usuarios; el inglés es el primero con el 29,1% de los internautas, y el chino el segundo, con el 20,1%. Desde al año 2000 hasta el 2008, el español ha incrementado su uso en un 619%, muy por encima del inglés, con un 226,7% en este mismo periodo. Se calcula que en el año 2030 el 7,5% de la población será hispanohablante, y en 2050, Estados Unidos será el primer país hispanohablante del planeta. Compartir el español incrementa el comercio bilateral en un 290%.

Traigo todos estos datos a colación porque el próximo día 20, el Instituto Cervantes va a celebrar, en todas sus sedes, el I Día Internacional del Español. Para ello, ha creado una página web, http://www.eldiae.es/, donde los internautas pueden elegir su palabra preferida de nuestra lengua y proponer, en el llamado “Ficcionario”, su neologismo particular, la palabra que incluirían en el DRAE. En Madrid, los fastos comenzarán con una lluvia de palabras (las propuestas en la citada web), a la que seguirá la confección de un poema gigante y colectivo de 150 metros, además de diversas actividades musicales, teatrales y festivas.

Entre los términos incluidos hasta la fecha en el “Ficcionario”, nos podemos encontrar con propuestas de todo tipo. He aquí una muestra de ellas: abrazólogo, asaviento, aspronauta, astiharto, astroguarra (madre mía, cómo protesta el Word), atorniscao, cachorrear (pues ésta la permite), cafetoso, calcetinarse, ciberpaleto, desastrófico, descolifloro, enmujerarse, fantabuloso, fantomenal, gastroalquimia, güisquear, insoporhablante, joropiciar, juliembre, limpietud, manejanta, nadalismo, obsolento, palarrastre, personajismo, pofavó, quehaydelomío, quepaqué, querrible, quistante, refrigorificar (¡vaya palabro!), sexabrupto, taitantos, tefusionar, telebasurista, ustedear, vagapasillos, zuzuarregui...

Entre las nuevas palabras sugeridas, algunas beben de la cultura popular más reciente, las nuevas tecnologías o la calle, como fistro, copipastear o fiestuki; algunas rezuman espíritu fraterno, como besabrazo, y otras provienen más bien de la malicia natural de los hablantes: zetaparo, cansautor o aznarato. Las nuevas redes sociales, como Facebook o Tuenti, tampoco podían quedar al margen, con palabras como chimichurri o tuentiamigo. Hasta ahora, las más votadas son ambientólogo (al parecer, una suerte de conspiración de los de Ciencias Ambientales), guarrindongui, progresí, pidigüili y arfavó. Progresí vendría a significar “la neolengua que el PSOE trata de imponer en el Reino de España para impedir que las personas puedan expresar críticas, opiniones y llamar a las cosas por su nombre”.

En cuanto a las palabras favoritas del diccionario de la RAE, la lista la encabezan malevo (parece que hay toda una campaña argentina en Facebook), chapuza y albricias, seguidas por valentía, malabarista, infamia, cariño y abrazo. También ocupan lugares destacados luz, ojalá, fútbol, morriña, paella, no, dios, mañana, sonrisa y bregar. Y no son pocos los arcaísmos que se tratan de recuperar, como cernadero, acerico o bodoque. A esta última lista me gustaría añadir, ya que dediqué un artículo a ella, la palabra acercanza.

No me resisto a poner las razones de un (o una) internauta de Hungría para proponer la palabra viento, un auténtico vendaval de belleza: “Viento: la misma palabra ya levanta cierzos y tramontanas, arremolina hojas en los rincones, mece atardeceres y mueve molinos. El viento me trae recuerdos de un viaje mítico a Tarifa con Saima y Thierry donde quedamos atrapados bajo el hechizo del viento. Sopla, viento, sopla”.

Las votaciones comenzaron el pasado 22 de mayo, pero aún queda tiempo para pasarnos por esa página y emitir nuestro voto. Termino con otra lista de palabras que creo que pueden figurar entre las más bellas de nuestro hermoso idioma: mariposa, alma, deseo, belleza, cielo, entrega, melodía, coruscante, alborada, umbría, sueño, misericordia, madre, sagrario, humildad, escarlata, caricia, miel, caridad, gentilhombre, elegía, ola, brisa, mar, estrella, titilante, piropo, magnolio, arena, mirada, musa, pupila, poema, estela, calma, cántico, metáfora, romántico, rocío, arrullo, gracia, ruiseñor, oropéndola, acacia, penumbra, sosiego, solsticio, niebla, inocencia, churumbel, compasión, amapola, espuma, jardín, corazonada, preces, donaire, fulgor, silueta, crisol, iris, beso, pimpollo, asombro, amor, rosa, clavel, lágrima, hierba, pájaro, esmeralda, lluvia, perfume, abracadabrante, zozobra, ultramarino, garzón, doncel, curruscante, tenebroso, (estas cuatro últimas me las apuntó Cami en su comentario a la palabra acercanza), vagabundo, vaivén, fantasía, tránsito, melancolía, destello, añoranza, sueño, silencio, nostalgia, amanecer, golondrina... (leo la lista a media voz y casi entro en éxtasis).


Al cierre de esta edición, infamia (773 votos) encabeza la lista de las palabras que existen, seguida de malevo (521) y chapuza (384). Mientras que el “Ficcionario” continúa encabezado por ambiéntólogo (663), guarrindongui (304) y progresí (234).

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