
Cómo crecen los días,
más allá de la cuesta
y del silencio de estos ojos,
hasta las blancas tapias
del cementerio
e incluso más allá de los cipreses
se prolonga esta luz que no termina
y que amenaza con vestir la nada.
Cómo atraviesa los minutos,
los instantes y el alma misma
esta luz que parece
llamar al infinito.
Qué hermosa es la palabra que no llega,
la que flota en el aire
hasta llenar la tarde
de querubines.
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